lunes, 26 de octubre de 2009

Creéme

Hola, me llamo Fran. Escribo esto como puedo y sin ninguna esperanza de que lo leas. Me desperté hace un rato en un lugar oscuro y extraño y no sé exactamente dónde estoy. Por lo menos encontré un trozo de hoja y un lápiz, como si alguien me hubiese leído la mente y hubiese sabido que necesitaba escribir esto. El caso es que no recuerdo muy bien cómo sucedió todo. O cómo acabó todo, mejor. Pero da igual, necesito contarlo, porque sé que soy inocente. Y necesito que me creas. Porque lo que más me duele del mundo no es haber tenido líos con la policía y haber estado en un calabozo, sino saber que no me crees y que piensas que soy un asesino. No puedo con eso.

Así que quiero aclarar las cosas, aunque no me acuerde muy bien. Porque lo que sí que recuerdo es que yo solo pasaba por allí, que yo no empecé esa pelea que acabó con un tío desangrado en el suelo por culpa de una puñalada. Yo simplemente lo vi tirado, le quité el cuchillo e intenté ayudarle. Pero, en ese momento, vi unas luces azules. La policía. Me detuvieron sin preguntar nada y me metieron en calabozos. Como tenía antecedentes por culpa de un gilipollas que el año pasado le pegaba palizas a su mujer y al que yo me cuidé de que probase su propia medicina, no me creyeron cuando les dije que me lo encontré tirado en el suelo ya. Y a partir de aquí fue cuando dejaste de hablarme, cuando no cogías el teléfono. No me creías. No espero que con esta carta lo hagas, pero por lo menos estoy luchando por ti.

Lo demás lo tengo ya un poco borroso. Recuerdo que salí de los calabozos a la espera del juicio, pero no me acuerdo muy bien de lo demás. Espera, sí, recuerdo que de la que iba a casa pasé por la calle donde sucedió todo. Si, me paré un momento a observar el callejón. Me entró rabia: por culpa de ese callejón te perdí, quizá para siempre. Y... si, ya empiezo a recordar. Estaba observando la mancha de sangre cuando oí voces. "Ey, ese es el tío que mató a Rober". "¿qué?". "Sí, es él". Me giré y vi a cuatro tipos viniendo hacia mí. Oscuridad. Espera, que no acaba aquí, abro los ojos y estaba tirado en el suelo con los cuatro tíos intentando salvarme de una herida que no pintaba nada bien en el cuello. No, espera, no son ellos, son otros, van de uniforme y guantes. Sigo oyendo voces. "¡Se nos va, se nos va!". Oscuridad de nuevo.

Y, luego, aquí. No sé si será una habitación de hospital. O un calabozo. El caso es que está bastante oscuro, no sé ni cómo estoy pudiendo escribirte esto. No veo nada a mi alrededor, no oigo nada. ¡Espera! ¿Qué es esa luz?

martes, 20 de octubre de 2009

Adiós

Ya llove, ya chove, ya está muy oscuro, las hierbas del campo ya pinchan en culo. Eso me decías cuando era pequeño. Los adultos o, mejor, las adultas ponían cara un tanto desaprobatoria, pero en broma. Yo me reía siempre. "Ala, dijo culo". Enseguida lo aprendí y lo reproducía a mis compañeros en el colegio, quienes se reían también, al principio por lo menos. Ya se sabe que a los niños toda frase que contenga la palabra "culo" les encanta. Por eso triunfaban las pelis de Eddie Murphy. Y de eso me acordé cuando te vi el pasado lunes.
Otra cosa que me encantaba era verte cenar sardinas a las ocho de la tarde, ¿te acuerdas? Me chocaba que una persona cenase tan pronto, pero ya se sabe, cuando el hambre aprieta... A mis padres también les resultaba extraño que me gustase sentarme a tu lado y verte cenar. De hecho, es normal de pensar. Ahora, recapitulando, también a mi mismo me resulta curioso. Y de eso me acordé cuando te vi el pasado lunes.
Pero lo mejor era tu actitud. Me parece que nunca te vi enfadado o, si acaso, poquísimas veces. Siempre sonriendo, siempre alegre y siempre hablando en broma tomando el pelo a los demás. Yo creo que por eso yo soy así, me lo pegaste tú. Pero es que, claro, es la mejor actitud que puede tener alguien si pretende ir por la vida, verdad? Yo creo que si.... También de eso me acordé cuando te vi el pasado lunes.

Muchas más cosas, todas buenas, se me vinieron a la cabeza cuando el pasado lunes mi hermano me despertó y me dijo que nos teníamos que ir a Luanco a verte. A despedirte. Ese día,el previo al de tu funeral, llovió un poco. ¿A que no sabes de lo que me acordé? Yo creo que si...