domingo, 27 de septiembre de 2009

de sueños presidenciales

Javier está en el baño, poniéndose la corbata. Hoy es un día importante para él, aunque la situación en el país no es que sea demasiado buena. La crisis está dejando sin trabajo a mucha gente, los impuestos van a tener que subir y eso no le va a gustar a la población. Para más inri los de la oposición acusan al gobierno de espionaje y los medios de comunicación no se cortaron un pelo para contarlo. "Debimos de ser más cuidadosos con eso", recuerda. Sí, la vida de un presidente del Gobierno es dura. Pero hoy es diferente. Por fin va a viajar a Estados Unidos y se va a entrevistar con el presidente del mundo, con el líder más importante y con más ojos encima. Así que está un poco nervioso. De hecho tuvo que ayudarle su mujer a hacerse el nudo de la corbata. Azul marino, elegida por ella, claro. Ella, de nombre Claudia, ya está vestida. Porque no va a ir solo, le acompañará su familia: Claudia y sus dos hijas, Andrea e Irene, de 16 y 13 años. Al principio él no quería, ya que el curso escolar ya había empezado, pero ellas habían mostrado mucho interés en la política norteamericana y en la figura histórica de su presidente, el primer mandatario negro de la historia de ese país. Así que después de mucho insistir, él cedió. Claudia le transmitió su preocupación por la indumentaria que habían elegido las niñas para el viaje. Él lo pensó durante un momento: "Ellas son así, déjalas". "¿Estás seguro?", replicó ella. "Cada uno tiene que ser uno mismo". Esa misma mañana tomarían el avión hacia Washington.

Tras unas ocho horas de vuelo, por fin llegan. Una limusina les recoge y les lleva a la Casa Blanca. ¡La Casa Blanca! El sueño de cualquier presidente. Al llegar, les conducen por unos jardines muy bonitos, preciosos, según piensa Claudia. El presidente Morgan y señora les está esperando. Aunque no era la primera vez que se ven, impone un poco. Tras los saludos de rigor posan para la foto, la foto que todos los invitados del anfitrión se hacen. Claudia mira con cierto nerviosismo a sus hijas y luego a la cámara. A sus hijas de nuevo. Se resigna, mira de nuevo a cámara y sonríe. Flash.

Algunas horas más tarde, tras reunirse con el presidente Morgan, a Javier le comunican que la foto está causando cierto revuelo en la red, aunque nada preocupante, de momento. A la gente española le choca cómo son sus hijas, de aspecto gótico. Cuando se lo cuenta a su esposa, ella asiente. "Te lo dije, te advertí que no era normal". "Cariño, cada uno es como es y no debería avergonzarse por ello. Yo soy su padre y las apoyo, me da igual lo que diga la gente, se les pasará". Efectivamente, unos pocos días más tarde ya no se hablaba de eso, la gente estaba ya con otras cosas. "Ha sido un buen viaje", pensó.

Y la intranquilidad que tenía desde un principio ya desapareció. Había soñado que un presidente, de nombre José Luis, tenía unas hijas como las suyas. Que había hecho el mismo viaje y que mandó retirar la foto en cuanto se dio cuenta. Ante tal retirada, los medios se echaron como carnaza y todo el mundo se reía de ellos. "No hubiese sido una buena idea".

1 comentario:

  1. Es muy heavy la que se arma con lo de las hijas. Dios me libre de derribar mi tolerancia a la intolerancia pero...
    De verdad es lo más gracioso del mundo unas hijas "raras"?
    De verdad España no tiene mayores problemas?
    En serio me dicen que la siniestra pose de teenagers adineradas es digno de debate durante horas y horas en cualquier ambito social?
    Asi es España. Mola tragar con todo pero a cambio tendremos nuestras venganzas hirientes hacia el gosspel gotico

    que se pare el mundo que me quiero bajar ya!

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